S.E.R. Mons. José Elías RAUDA GUTIÉRREZ, O.F.M.
Obispo de San Vicente (El Salvador)
Martes, 9 de octubre de 2012
Mi intervención tiene como punto de referencia los números 69, 84 y 168 del Intrumentum Laboris, que señalan los obstáculos internos y externos para la Nueva Evangelización; uno de estos obstáculos lo constituye el mismo clero: pérdida del entusiasmo pastoral; disminución del impulso misionero; las celebraciones litúrgicas privadas de una profunda experiencia espiritual; la falta de alegría y de esperanza es tan fuerte que incide en la misma vida de nuestras comunidades cristianas … (IL 69), y en los sacerdotes se debilita la vivencia de la fe y la caridad pastoral.
La Nueva Evangelización es propuesta en estos contextos como una medicina para dar alegría y vida, contra cualquier tipo de miedo (IL 69, 168). Esta exige realizar la formación sacerdotal de manera que tengamos sacerdotes formados integralmente, capaces de evangelizar el mundo de hoy, convencidos, y fervientes ministros de la Nueva Evangelización, servidores fieles y apasionados por Cristo, por su misión y salvación (cf. PDV 10). Para lograr este proposito el Seminario deberá ser escuela y casa para la formación de discípulos y misioneros, en donde los candidatos vivan la vida a ejemplo de la comunión apostólica en torno a Cristo Resucitado (DA, 316). Pero, ante todo, deberá ser el lugar donde se forme y promueva la vida de fe, y facilite en los seminaristas adquirir “el espíritu del Evangelio y una relación profunda con Cristo” (CIC, 244). Sólo una fe sólida y robusta, propia de los mártires y santos puede dar ánimo a tantos proyectos pastorales, suscitar la creatividad pastoral e impulsar las diócesis y parroquias, los sacerdotes y fieles, a que transmitan con un nuevo ardor a través y los nuevos medios de Comunicación social la fe cristiana y el Evangelio de Cristo (Mc. 16,16; EN 5).
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